domingo, 17 de enero de 2016

CUARENTA AÑOS NO ES NADA... San Sebastián.

Hasta ahora he ido publicando los distintos artículos de "Cuarenta años no es nada..." en el mismo orden en el que aparecieron en su día en "la Voz de Miróbriga". Hoy, para adaptarme al "calendario festivo" me salto unos cuantos (que ya subiré) y me voy directamente a San Sebastián... Éste es el artículo:

 Shalom, lectores. Hace ya muchos años, quiso el ingenio de este bendito pueblo (sin duda, bajo alguna forma de inspiración divina) dedicar sus más fervientes alabanzas, dentro del amplio Santoral católico, a los Santos Sebastián, Blas y Antón. La elección, desde un punto de vista estético, no pudo ser más lógica; siempre sonarán mejor en una plegaria los nombres mencionados que los de otros santos que transitan por esas mismas fechas, como, por ejemplo, Gumersindo, Ansgario, Cirilo o Metodio, por no hablar del muy circunspecto San Severo.

            Al mismo tiempo, la más antigua manifestación del feminismo radical, en particular golpe de estado contra el machismo imperante, reservó para el gobierno de las mujeres el día de Santa Agueda. Todo ello convirtió este inicio del año en fechas en las que, exagerando, podría decirse que el día que no es fiesta, es víspera. Tiempo de vino y rosas en el que el espíritu mirobrigense, en filosófico panta rei, fluye inexorablemente hacia la apoteosis de Don Carnal (olvidemos, por ahora, que Doña Cuaresma volverá a imponer su ley). Con el alma aún rebosante de alegría navideña, un redoble de tambores nos indicará que es hora de subir al Santo. Poco más tarde, la hoguera de San Antón será preludio de otra hoguera, la de la víspera de San Sebastián, cuyo calor habremos de guardar para, al día siguiente, acompañar al Glorioso Patrono de nuevo a su tranquilo reposo, entre los muros de San Cristóbal. Y si, en los días posteriores, se enfría en algo nuestro ánimo, diremos, como Rick en Casablanca, "Siempre nos quedará la hoguera de San Blas"; París, en este caso, nos espera en La Caridad.
 
Procesión de San  Sebastián (c. 1905)
            De entre las festividades que acabamos de mencionar, sin duda la más esperada por los mirobrigenses, y también la más sentida, es la de San Sebastián. A juzgar por este artículo del “Eco del Águeda”. de 1927 parece que, por aquellos años, la fiesta estaba llena de fuerza: La tradición se sostiene vigorosamente a través de los años. Y, cada vez con más fervor, los mirobrigenses acuden a escoltar, en su tránsito por las calles, al príncipe honorario de la milicia, al Santo Mártir. Los tambores que Mederos y Marcule heredaran de Desiderio preceden, con su interminable redoblar, a la procesión... Suena el reloj suelto...”. Sin embargo, en los años 50 la fiesta parece que decayó notablemente... Me gustaría transcribir determinados párrafos de un artículo publicado en el nº 28 de La Voz, del día 18 de Enero de 1953. El autor fue Horacio García Lorenzo, director de este periódico en aquellas fechas: "Nos referimos, concretamente, nada menos que a la fiesta del Glorioso Patrono de nuestra ciudad. Apena observar que aquella devoción que los llorados le dedicaran con tan cálido fervor vaya decayendo lastimosamente hasta convertir la subida y bajada del Santo en un acto de puro formulismo glacial, que a este ritmo dará al traste con nuestra tradición en este aspecto tan importante y de tan rancio abolengo (...) No, esto no debe continuar por tan peligroso camino; es preciso que la brillantez de la fiesta no quede sólo a cargo de los celosos mayordomos, es necesario ayudarles (...) alguna fiesta profana acompañada de otra cultural y el interés de todos los mirobrigenses por honrar a su Patrono con brillantez, serían los puntales del sostenimiento de la fiesta, que a este paso amenaza derrumbarse, llevándose consigo el trozo más arraigado de nuestra tradición".
 
San Sebastián 1951... Los Cardoso portando los redoblantes que
años antes "...Mederos y Marcule heredaran de Desiderio..."
            Los malos augurios que contenía este artículo no se cumplieron, y, al fin, las negras y amenazantes nubes pasaron de largo, llevadas por buenos vientos. No obstante, vano sería enorgullecerse de los aciertos de hoy si no tomásemos como lección los errores de ayer. Todas las tradiciones que rodean a la festividad de San Sebastián son parte de nuestras raíces y, como tales, han de ser cuidadas con mimo. El sencillo redoble de unos tambores; el sereno y solemne caminar (pausado y pautado) de la Banda de Música; el orgulloso pendón de la Cofradía señalando, señorial, el domicilio de los mayordomos; el tránsito de la imagen de los laicos hombros edilicios a las venerables espaldas de los Canónigos; los chochos y el vino al calor de una hoguera que, cuando sea apenas rescoldo, será mil veces saltada; el sonar del Reloj Suelto al paso por la Plaza Mayor, preludio de otros cercanos y festivos sones (a algún amigo se le salta el corazón del pecho a cada golpe de badajo); el vistoso uniforme de los Maceros; los abrigos nuevos de los concejales; el suave ondular de las pañosas; el acompañamiento del Obispo al Palacio Episcopal, de la Corporación al Ayuntamiento, de los mayordomos a su casa, cada mochuelo a su olivo, dicho sea lejos de toda irreverencia; la emotiva ofrenda a los defensores de la Ciudad... e incluso otras tradiciones de carácter más privado, como las comidas de la Peña Gutemberg y sus prolongadas ( en realidad casi interminables, mas, por desgracia, finitas) sobremesas. Remedando  (y casi remendando) la frase cervantina sobre Salamanca, podría decirse: "Peña Gutemberg, que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado". 

            Todas estas pequeñas cosas son las que convierten a Ciudad Rodrigo en lo que es. Sin ellas, subsistiría, pero...¿Viviría?. Por hoy nada más. Feliz semana y Mazel Tov.  

1 comentario:

  1. Extraordinario. No conocía tu blog, a partir de ahora mismo ya tienes una fiel admiradora de todo cuanto escribas. Muchas gracias por compartirlo en el grupo "Amigos de Ciudad Rodrigo, Comarca y Provincia" Un saludo

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