Shalom, lectores. Decían los druidas
celtas que la fuerza vital, la energía que mueve el mundo, fluye por ocultos y
definidos senderos subterráneos y que, cuando dos de esos senderos se cruzan en
un punto concreto, la energía allí acumulada es de tal magnitud que hace de
esos lugares centros sagrados, idóneos para el culto al Ser Supremo. Quizás
esta teoría sea cierta, a juzgar por las muchas iglesias católicas que ocupan
el sitio de antiguos templos dedicados al culto de primitivos dioses (aunque,
probablemente, el Dios siempre sea el mismo y solamente los humanos nos
empeñamos, absurdamente, en cambiarle el nombre).
Lejos
de mi el afirmar que La Caridad fuese el sitio escogido por nuestros
antepasados wetones para honrar a sus dioses, pero lo cierto es que algo
especial, magnético, entra por los poros al traspasar sus muros. A lo mejor son
sólo imaginaciones del temeroso espíritu de este pobre Lumbroso, pero cada año,
por San Blas, parecen deslizarse entre las piedras las sombras de sus
pretéritos moradores, percibiéndose su presencia incluso en el mismo aire,
grave, empapado de cánticos monacales, aunque, cada 3 de febrero, los lejanos
ecos de un mil veces entonado De Profundis cederán su espacio a los
alegres sones de la gaita y el tamboril. Otros ecos casi perdidos se unirán
también al festivo ambiente; los cansados pasos de un viejo monje, el andar
alocado y presuroso de algún inquieto novicio, los marciales taconazos del
General Junot, la adusta voz de mando del Mariscal Ney...
Todo
ello será, sin embargo, accesorio en este 3 de febrero, festividad de San Blas,
otro de esos días que, como decíamos la pasada semana, unen, como cuentas de un
Rosario, la Navidad y los Carnavales. Resulta curioso comprobar la poca
atención que dedica la prensa mirobrigense de los años 50 a esta celebración.
Apenas alguna nota escueta nos habla de ella, como la publicada en el nº 83,
el día 7 de febrero de 1954, "Se celebró la festividad de San
Blas, acudiendo poca gente en romería a La Caridad, pues el día fue "de
perros" y los más se quedaron a la luz de la candela. Acudió el pleno de
la Corporación a recibir la "gargantilla" y venerar la reliquia en la
parroquia de San Isidoro, como ya es tradicional, devoción que secundan los
mirobrigenses con verdadero fervor hacia el Santo protector de enfermedades de
la garganta.". Parece, pues, que el incremento experimentado por la
romería de La Caridad ha sido directamente proporcional al abandono sufrido por
la imagen que del Obispo de Sebaste se venera en San Pedro, ¡Devotos habrá para
ambas, digo yo!.
Veamos
también como reflejaba la prensa, años antes, esta festividad. Recurrimos para
ello a “La Iberia”, del día 8 de febrero de 1908: “En la hermosa pradera se confundían la modesta artesana con la más
aristócrata señorita, unas saltando a la comba, otras jugando al “corro” y
bailando las demás, todas demostraban su alegría y las mamás contemplaban
llenas de entusiasmo el cuadro de felicidad que se ofrecía a su vista,
recordando al mismo tiempo, aquellos que pasaron, en los que las que hoy eran
espectadoras ayer fueron partes principales en la fiesta democrática que
presenciaban... ¡Cuanta merienda y que variada!, ¡Cuanta juventud y belleza
reunidas!. A pesar de que abundaban los puestos de bebidas escaseaban las
“merluzas de secano” (...) falta decir que por la mañana hubo misa en la
derruida iglesia, la que amenaza un peligro constante...”
Otro
año más, como tantos años pasados, los muros de La Caridad acogerán a una
multitud anhelosa. Hambrientos unos de bendiciones, hambrientos otros de
tradición y otros...simplemente hambrientos, con el pensamiento puesto en el
crepitar de una longaniza bajo las brasas y el trago generoso de vino que
alivie sus gaznates, complementando así la acción protectora de la gargantilla,
pues es justo y necesario adoptar cuantas precauciones sean posibles para que
la garganta aguante todo lo que de bueno le espera de aquí al Miércoles de
Ceniza. Otro año más, en peculiar mixtura, la devoción se mezclara con la risa,
los ritos religiosos con antañones bailes paganos, sin que en nada se
desvirtúen ni los unos ni los otros. De nuevo, un mar de pasiones invadirá,
presuroso, la quietud del viejo cenobio premostratense. Y por encima de todos,
cobijándonos con su manto protector, San Blas. Como dijera Andrés M. Sánchez
Gil en su pregón de 1990: "Ahora, Blas, escúchanos/ Ya tienes aquí
reunida/ bajo tu copioso manto/ a tu Santa Cofradía/ que te implora en estos
días/ hace, ya, quinientos años/ Ayúdanos en la vida.../ Ayúdanos en el
llanto.../ Ayúdanos en la lucha/ Ayúdanos ...en el campo/ que nosotros,
campesinos/ tenemos rejas y arados/ y corceles y simientes/ ovejas, vacas...y
ganchos/ para colgar las miserias/ de las que estamos cansados."
Así
pues, ya saben. Imploremos la protección del Santo y ... a La Caridad, señores.
Feliz semana y Mazel Tov.
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