domingo, 10 de enero de 2016

CUARENTA AÑOS NO ES NADA... El problema de la limpieza.

Shalom, amigos. Uno de los temas más ampliamente tratados en estas páginas, a lo largo de los años, ha sido el de las quejas de los mirobrigenses referidas a la limpieza de nuestra ciudad; protestas motivadas, lógicamente, por el hecho de que nunca fueron nuestras calles dechado de perfección en tal sentido. Únicamente el tema del abastecimiento de aguas (al que acudiremos otro día), verdadera cruz histórica de este municipio, haya sido quizás más tratado que el que hoy nos ocupa.

            Ya fueran ciudadanos indignados por la suciedad de sus propias calles o barrios, ya expresando sus lamentos por la falta de higiene de la ciudad en su conjunto, encontramos en nuestra hemeroteca verdaderos tratados acerca de "El rechazo de la mugre y reivindicación de su destierro". Así pues, no carguemos todas las culpas en la sociedad de hoy si, al pasar un domingo por la mañana por la desventurada calle de La Peña, nos vemos obligados a realizar un vertiginoso slalom para esquivar esos pequeños arroyos que parecen manar de sus paredes los sábados por la noche, a una altura aproximada de unos 80 centímetros y que, al confluir en el centro de la calle, dejan pequeño al arroyo de San Giraldo.   

            Valgan para demostrar lo endémico y arraigado de tal mal en nuestra ciudad algunos recortes de los viejos números de "La Voz", comenzando por una queja firmada por "Farinato", en el nº 10, correspondiente al día 14 de septiembre de 1952: "...¿Por qué no se barren la mayor parte de los días muchas y céntricas calles de los Arrabales, convertidas a veces en muladares y focos de reproducción de insectos y parásitos?". Como se aprecia por el tenor de las palabras del denunciante, el problema era, entonces,  de mayor calado que en la actualidad; pero claro, desde que se extendieron como una plaga los locos automovilistas con sus locos cacharros, las pobres mulas pasaron, casi totalmente, al baúl de los recuerdos, con lo que los muladares ya no pueden invocarse ni tan siquiera en plan metafórico. 

El primer camión de basura de Ciudad Rodrigo (1965)
            No con menor enojo protestaba contra la suciedad existente en algunas de nuestras calles un editorial de "La Voz" del 19 de abril de 1953 (nº 41): "...pero ¿y esas otras, como la tan poética del Almendro, sin ir más lejos, donde los detritus esperan con su desecación la desintegración hasta convertirse en polvo merced a los rayos solares? ¿y esa calle del Correo Viejo tantas veces vapuleada y puesta en candelero a través de chistes y cantares, convertida, a un paso de la Plaza, en evacuatorio público, para vergüenza de propios y extraños, sin olvidar al "portugués de marras" en alusión al agua de las sardinas de tal cual pescadero?". Viendo el estado actual de la calle del Almendro, cuna de un afluente del arroyo que localizábamos antes en la de La Peña, parece que hay calles condenadas a sufrir eternamente los rigores de este infierno, ¿Quosque tandem, inmunditia, abutere patientia nostra?.

            Claro que, como dijimos antes, el problema ni es de hoy ni de los años 50. No hay más que recurrir a esa fuente inagotable de noticias, dimes y diretes que son las coplas de la Murga para hacerse una idea. En 1922, los Becuadros cantaban: “Si viene algún forastero/ no se te ocurra, ¡Por Dios!/ llevarle por una puerta/ donde hay un “perfumador”./ Pues bien pudiera ocurrir/ que se venga a divertir/ y le ocurra algo peor/ por no poder aguantar/ el perfume sin igual/ que hay en la Puerta del Sol”. Por fortuna, pocos años después, en 1927, el nuevo Alcalde, Don José Manuel Sánchez-Arjona, dotó debidamente, por vez primera, a la Delegación Municipal de Limpieza Viaria, bajo la dirección del Concejal Don Amós Belmonte. Así, aprovechando un “donativo anónimo” de 5.000 pesetas, encargó a Barcelona cuatro carritos de Píccolo, un furgón cerrado herméticamente para reunir las basuras y un carro-cuba para el riego de las calles. En otro periódico local, “Tierra Charra”, el día 4 de Diciembre de 1927, se daba cuenta de la siguiente noticia: "Se ha dado orden por la Alcaldía para que en el plazo de 8 días queden limpios de basura los fosos de la Puerta del Sol (...) De ahora en adelante, los residuos que recojan por la calle los carros "Picolo", se acumularán en depósitos cerrados, de los que, cada 8 días, se trasladarán a las huertas (...) ¡Buena falta hacían estas plausibles disposiciones!". Como se ve, en aquellos días, las basuras se depositaban, a la buena de Dios, en los fosos, vertedero tradicional de esta ciudad (ahorrándose con ello los ínclitos ediles múltiples quebraderos de cabeza, estudios sobre permeabilidad y filtraciones, impactos ambientales y subastas para adquisición de terrenos).
 
D. José Manuel Sánchez-Arjona de Velasco, "El Buen Alcalde"
            Parece que, pese a tan "plausible disposición" de la Alcaldía, siguió vigente la tradición de los fosos como fin de viaje de los carritos "Picolo", además de ser eterno fin de trayecto de muchos (apresurados o desalmados) aparatos digestivos. La genial murga "Los X", en una copla de 1932, cantaba: "Un turista en la muralla/ miraba con emoción/ la brecha que en las defensas/ abrió el gabacho cañón/ Y pensando distraído/ su olfato se resintió/ al ver que de aquellas glorias/ las cenizas removió".

            Aun en 1953, en un artículo firmado por Amadís de Miróbriga,  en el nº 73 de "La Voz", del día 29 de Noviembre de ese año, se formulaba esta pregunta: "¿Sería muy costoso el adecentamiento de la Puerta de San Vicente y la retirada de los estercoleros que hay en aquel contrafoso, supresión del vertedero de escombros y destrucción de aquella garita de consumeros, que hace de aquel lugar algo nauseabundo y repugnante?".

            ¡Eterno problema!. Mas, a pesar de la acusada longevidad del mismo, no vale desesperarse. No nos llevemos las manos a la cabeza diciendo "Ciudad Rodrigo está más sucio que nunca", ni las elevemos al cielo al grito de "Esto no tiene remedio". Ni las posturas alarmistas ni las derrotistas solucionan el mal; ahora bien, este pobre Lumbroso mentiría si les dijera que conoce la panacea. Eso sí, sigamos denunciando la falta de higiene, sin alarmismos ni derrotismos, pero, sea en artículos, coplas o cantares, denunciémosla, porque la única suciedad que "cien años dura", es la oculta. La que se saca a la luz, aunque de momento huela, desaparece tarde o temprano.


            Por hoy, nada más. Mazel Tov.      

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