Shalom, amigos. Decíamos nuestra primera semana en
estas páginas que siempre conviene considerar la conducta humana a la luz de
unas "normas de buena conducta", dictadas en base a parámetros
sociales siempre cambiantes. Y, ciertamente, pocos de esos parámetros tan
cambiantes como los criterios morales. ¡Los
moralistas!, esas personas que, compartiendo cartel con los médicos, se
empeñan en prohibirnos los más atrayentes placeres, ya sea en
"beneficio" del alma o del cuerpo.
Pretendemos
hoy, sin ánimo crítico ni comparativo alguno, realizar, en base al archivo de
"La Voz", un breve apunte de la moralidad imperante en la España, y
más concretamente, en el Ciudad Rodrigo de los años 50.
Siendo
éste un tema tan amplio (además de escabroso), vamos a intentar centrarlo en un
aspecto tan nuestro, y, en principio, tan poco relacionado con la moralidad,
como el río Águeda. Si piensan que nada tienen que ver ambos temas, nada mejor
para comenzar a iluminarles el camino que un artículo firmado por
"Malva", en el número 5 de este periódico, el día 10 de
Agosto de 1952: "...A más de una hemos podido observar que, al
dirigirse al baño, trocaba su natural andar de vestida por los pasos afectados
y vergonzosos del que camina a sabiendas de que comete un desaguisado
exhibitorio, de tan escasa tela como amplios comentarios (...) ¿Por qué al
bañarnos en la piscina, en la playa o en las márgenes del Águeda, quebrantáis
tan crudamente la más bella regla de la estética y la ilusión? (...) Porque
¿Qué decir de la muchachita o señora que, limpia su alma con su conciencia
desde bien temprano, antes del mediodía vuelve a ensuciarla, exhibiendo, a
veces ante sus propios hijos, su ridícula desnudez que ha querido hacer que cubran
apenas algunos discos unidos por levísimos tirantes?".
"Malva",
echando sobre nuestras espaldas la pesada carga de ser "reserva espiritual
de Occidente", concluía: "(...) Si ha de ser nuestra patria, con
el país hermano, cáliz donde han de conservarse fragantes las esencias de la
Cristiandad, si así lo han afirmado, en más de una ocasión, beatíficas y
paternales palabras, no hagamos traición a tan supremo y alagador destino por
cosa tan fútil y ligera, demasiado ligera, como un traje de baño".
Vista de la alameda de La Moretona desde una ventana del Parador de Turismo. Zona acotada de baños para mujeres y niños en los años 50. |
Como
ven, poco que ver con los criterios morales de estos años 90 que nos ha tocado
vivir. ¡Cuántos echarán de menos esos "discos unidos por levísimos
tirantes"!, ¡Aquellos 50!. Claro que el paso de los años no siempre
implica un ¿avance? en las pautas de conducta moral. Valga como ejemplo el
ejercicio de la llamada "profesión más antigua del mundo", prohibida
y castigada en los 50 y, en cambio, perfectamente reglamentada en el siglo XV,
como vemos por la siguiente Ordenanza que regulaba el ejercicio de la prostitución
en Ciudad Rodrigo, allá por 1441, "...que ninguna mundaría non esté en
la çibdad para facer mançebía, salvo que se vaya a la puente; en otra manera se le darán 60 açotes. E que
ninguna non tenga rufián, so pena de 60 açotes, ansy al rufián conmo a
ella."
Volviendo
al río, en el que estábamos, entresacamos de "La Voz", la respuesta
del "Consultorio del Profesor Omnius" a un atribulado católico, en el
número 59, el 23 de Agosto de 1953: "...no es malo
bañarse en el río si la intención es buena (...) Hoy día ya es costumbre no
asustarse de ver a las chicas en traje de baño, mas se debe procurar no hacer
mucho alarde de ello, sobre todo cuando se encuentran cerca determinadas
personas susceptibles al escándalo ...Pero en fin, si usted tiene esas dudas y
esos escrúpulos, lo mejor que debe hacer es consultar con su confesor o no
bañarse en el río" .
Decía
un famoso torero que hay cosas que no pueden ser y, además, son imposibles; sin
embargo, parecería, leyendo los anteriores artículos, que el río Águeda se
había convertido en los 50, en un "foco endémico de promiscuidad",
opinión que ayudaría a confirmar la decisión del Ayuntamiento de delimitar
zonas exclusivas de baño para mujeres y niños, en la Moretona, aunque por lo
visto siempre hubo furtivos cazando en estos cotos, como demuestran los
siguientes recortes de "La Voz":
El
primero es un artículo de Amadís de Miróbriga, en el núm. 105,
correspondiente al 11 de Julio de 1954: "El río va recibiendo en
sus límpidas aguas bañistas de ambos sexos, que buscan alivio a las exudaciones
y calores de la jornada. Y nos gustaría que se observasen con mayor rigurosidad
las zonas demarcadas para las mujeres, que, al parecer, van saltándose a
"la torera" la disposición legal que lo regula más de uno".
El
otro ejemplo es una nota firmada por B.V.B., en el núm. 108, del 11
de julio de 1954: "...ya se está dando el bochornoso caso de
mozuelos bañándose en la zona de mujeres y niños (Moretona) "sin traje de
baño alguno" y sin ningún respeto hacia ellas".
En
fin, que parece que nuestras Autoridades nunca vieron con buenos ojos el uso (o
abuso) de las riberas del Águeda como lugar de "esparcimiento", y en
un extraño afán de poner puertas al campo, siempre intentaron evitarlo,
ya fuera intencionadamente, acotando zonas de baño separadas, o ya, como efecto
colateral de alguna medida tan simple como la tala de las Alamedas a la que
aludían Los X, en copla de 1932: "Desde la famosa tala/ que la
Alameda sufrió/ no se puede en aquel sitio/ tener pláticas de amor/ Como
cortaron las ramas/ ya no hay sombra ni verdor/ los pájaros se marcharon/ ¡y el
follaje se acabó!".
Para
terminar, una advertencia: Que nadie vea en este artículo toma de posición
alguna, ni a favor ni en contra de nada. Después de cinco siglos, el espíritu
de este pobre Lumbroso ha visto demasiado como para seguir creyendo en buenos y
malos (y mi fe en los Regulares terminó cuando perdimos las últimas colonias).
Nada
más. Feliz semana. Mazel Tov.
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